¿La IA Generativa está Destruyendo la Creatividad Humana?

Hace no más de un par de años que comenzaron a surgir las primeras imágenes creadas con modelos rudimentarios de IA generativa que planteaban un funcionamiento casi mágico: escribe un “prompt” con la imagen que buscas generar y la computadora se encarga de hacerlo por ti. Así sin más. No había necesidad de tener habilidad artística alguna, lo único que necesitabas era teclear lo que tuvieras en mente. Si bien la premisa de estas herramientas se veía prometedora, los resultados en términos de calidad eran… mediocres. Para entonces no había la calidad suficiente para robar la atención del público general y su uso fue relegado al humor y creación de memes. La IA generativa no era un tema de preocupación particular para los profesionales en áreas creativas como el Diseño Gráfico, Producción Audiovisual o Fotografía. Sin embargo, los desarrolladores de dichas herramientas no iban a darse por vencidos y lograron que en tiempo récord, todo el mundo comenzara a hablar de ellos al presentar modelos que eran capaces de emular de manera decente, imágenes en estilos artísticos de artistas famosos. Pronto todos dejaron de reírse de los memes creados con dicha herramienta y se volvió un tema serio, comenzando la rabieta entre la comunidad artística mundial.

“Esto lo hizo mi computadora en segundos” exclamaban cientos de usuarios que experimentaban con las herramientas creando imágenes tan impresionantes como las que el mismo Dalí o Da Vinci pintaban. La comunidad creativa comenzó a entrar en pánico. Las rabietas hacían énfasis en la metodología utilizada por herramientas como Midjourney, acusando a sus desarrolladores de que estaban “plagiando” el trabajo de los artistas que tuvieran su obra expuesta en canales digitales. Y no era mentira, ya que resultaba que la razón de que estas herramientas fueran tan buenas recreando estilos artísticos particulares era debido a que fueron entrenadas usando el material visual que tuvieran al alcance, nada más ni menos que todo el internet.

Las discusiones comenzaron en medios digitales y se incendió la revuelta contra las herramientas de IA generativa. Al parecer, estábamos frente a una herramienta que no le exigía al usuario la habilidad ni el entrenamiento artístico ni práctico para crear imágenes en acuarela o al óleo. Tampoco se necesitaba saber usar herramientas 3D ni una cámara fotográfica para crear imágenes tan realistas y con una calidad que, en muchas ocasiones, era difícil percatarse de si la imagen que veías era hecha con IA o era creada por un humano. Entonces se formuló una pregunta entre los usuarios: ¿Para qué pasar horas aprendiendo a dibujar, a manipular una cámara o aprender un software 3D, cuando un software podía crearlo por ti en segundos?

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Ha pasado el tiempo y la industria se ha plagado de herramientas que ofrecen soluciones para crear y diseñar casi cualquier cosa con la misma calidad que lo haría un profesional. Existe en la industria creativa una sensación de vértigo desde que herramientas como ChatGPT, Midjourney y Runway han comenzado a ganar terreno y cada vez son más los usuarios que las dominan. A pesar de que herramientas aún no consiguen despojar a profesionales de sus trabajos, sí que existe una sensación de preocupación sobre el futuro que están incentivando. ¿Sobrevivirá la creatividad humana a la revolución de la IA generativa?

 

El Miedo al Reemplazo: Una Ansiedad Cultural

En los últimos años hemos visto al internet inundado de imágenes hechas con inteligencia artificial. Inclusive industrias como el cine, comienzan a sucumbir ante el uso de estas herramientas en sus producciones. Esta explosión de contenido generado por IA ha provocado un intenso debate sobre si estas herramientas significarán el fin de carreras profesionales.

El miedo de la humanidad a ser reemplazada por sus propias creaciones ha sido explorado en historias épicas y hasta la literatura, desde El Mito de Prometeo hasta “Frankenstein“, nuestra cultura está repleta de advertencias sobre los peligros de jugar a ser dioses. La diferencia es que ahora, esos temores ancestrales parecen materializarse en algoritmos capaces de escribir poemas, componer sinfonías y crear arte visual con una velocidad y competencia de la que hasta a los profesionales más diestros les cuesta seguir el ritmo.

Si analizamos con perspectiva histórica, encontraremos paralelismos significativos con otros momentos de transformación tecnológica. La revolución industrial representó un punto de inflexión histórico donde la confrontación entre el hombre y la máquina se manifestó con toda su crudeza. Este proceso dio como resultado que miles de obreros fueran desplazados de sus puestos de trabajo debido a que las fábricas comenzaban a implementar maquinaria cada vez más sofisticada, que no solo reducía drásticamente los costos de mano de obra sino que también optimizaba los procesos de producción. A pesar del rechazo social inicial y de los movimientos de resistencia como los luditas, un grupo de artesanos y obreros ingleses que se opusieron a la mecanización durante la Revolución Industrial. La sociedad gradualmente ha aprendido a adaptarse al vertiginoso ritmo del avance tecnológico. Es innegable que durante este proceso han desaparecido oficios y profesiones que ahora la tecnología realiza de manera más eficaz, pero también es cierto que simultáneamente han surgido nuevas áreas tanto laborales como de especialización y aprendizaje.

Sin embargo, la situación actual presenta características distintivas que la hacen fundamentalmente diferente de transformaciones tecnológicas anteriores. La inteligencia artificial no se limita a automatizar tareas repetitivas o mecánicas; está adentrándose con rapidez en territorios que tradicionalmente considerábamos exclusivamente humanos: la intuición, la sensibilidad estética y, sobre todo, la creatividad misma. Este avance hacia dominios que definían nuestra singularidad como especie genera una ansiedad cultural mucho más profunda que las revoluciones tecnológicas previas.

Como señala acertadamente Melanie Mitchell, científica computacional y autora del libro “Artificial Intelligence: A Guide for Thinking Humans”: “Cada revolución tecnológica ha despertado ansiedades similares. Cuando apareció la fotografía, muchos pintores temieron el fin de su profesión. En lugar de eso, la fotografía liberó a la pintura, permitiendo el nacimiento del impresionismo y las vanguardias posteriores”. Sin duda una muy necesaria perspectiva optimista frente a lo que muchos perciben como una amenaza existencial. A pesar del panorama catastrófico que suele dominar la conversación pública sobre la IA, existe también la posibilidad de que estemos ante una transformación que, aunque disruptiva, pueda abrir nuevos horizontes creativos actualmente inimaginables.

Es revelador que la inteligencia Artificial, después de años de desarrollo relativamente silencioso, hayan generado siempre una fascinación casi mística en la cultura popular, convirtiéndose en fuente de inspiración constante para películas, canciones y múltiples obras literarias. Resulta particularmente interesante observar que la inmensa mayoría de estas representaciones culturales de la inteligencia artificial adoptan un enfoque marcadamente distópico: historias post-apocalípticas donde la humanidad debe luchar por su supervivencia frente a máquinas que han escapado a nuestro control o en el peor de los caos, que han determinado que nuestra extinción es la solución óptima para los problemas del planeta. Esta visión pesimista predominante refleja nuestras ansiedades colectivas no resueltas sobre el papel cada vez más central de la tecnología en nuestras vidas.

Pero cabe preguntarnos si este miedo está verdaderamente justificado o si quizá se trata, paradójicamente, de una falta de creatividad e imaginación al abordar estos temas desde perspectivas alternativas. Lo que resulta innegable es que esta tecnología ha llegado para quedarse y su integración en prácticamente todos los ámbitos de la vida humana avanza a un ritmo implacable. Esta aceleración tecnológica alimenta una incertidumbre creciente que resuena en la mente de millones de profesionales creativos en todo el mundo, materializándose en una pregunta tan simple como inquietante: ¿Será que la IA finalmente me quitará mi trabajo?

 

Los Creativos Frente a la Máquina: Adaptación o Extinción

En los estudios de diseño, las agencias publicitarias y los sets de filmación, la pregunta no es ya si adoptar la IA, sino cómo integrarla en los flujos de trabajo creativos. Si bien al inicio existía una resistencia palpable al uso de estas herramientas, los profesionales han comenzado a ver en ellas una oportunidad para crear nuevas propuestas audiovisuales, transformando lo que parecía una batalla entre la IA y los creativos en una relación de curiosidad pragmática.

 

De la Resistencia a la Colaboración

“Al principio lo odiaba”, confiesa Martín Mercado, director creativo de una prestigiosa agencia argentina. “Pensaba que estas herramientas trivializarían nuestro trabajo. Ahora las usamos para iterar conceptos visuales antes de involucrar a ilustradores humanos. Nos permite explorar cincuenta direcciones creativas en el tiempo que antes dedicábamos a tres”.

Esta experiencia se repite en agencias globales como Wieden+Kennedy o McCann, donde equipos enteros están siendo entrenados no solo para usar herramientas de IA generativa, sino para desarrollar un “meta-criterio”: la capacidad de discernir qué ideas generadas automáticamente merecen desarrollo humano posterior.

La revista AdAge reportó recientemente que el 78% de las agencias publicitarias ya utilizan alguna forma de IA generativa en sus procesos creativos, aunque solo el 12% reconoce públicamente esta práctica por temor a la percepción de “creatividad artificial”.

“Durante dos décadas, me sentí orgulloso de mi dominio técnico del Photoshop”, explica Hiroshi Tanabe, diseñador gráfico japonés. “Luego llegó Midjourney y vi cómo un adolescente sin formación creaba en minutos composiciones que a mí me tomarían días”.

Tanabe representa una transición que muchos diseñadores han experimentado: del rechazo inicial al reconocimiento de estas herramientas como colaboradores no humanos. “Ahora uso la IA como un ‘socio tonto pero brillante’. No entiende contextos culturales complejos ni tiene criterio, pero genera variaciones y posibilidades que jamás habría explorado por mi cuenta”.

Esta colaboración humano-máquina está redefiniendo el rol del diseñador, alejándolo de la mera ejecución técnica hacia la curaduría conceptual y la dirección creativa. Como señala Jessica Walsh, fundadora del estudio de diseño &Walsh: “La verdadera creatividad nunca ha estado en saber usar herramientas, sino en saber qué hacer con ellas”.

 

Audiovisual: Revolución y Conflicto

Quizás sea en la producción audiovisual donde el impacto de la IA generativa resulta más revolucionario y complejo. Herramientas como Runway ML permiten generar secuencias de video a partir de descripciones textuales, mientras que algunos otros sistemas de edición basados en IA pueden sintetizar horas de metraje en minutos.

El surgimiento de estas tecnologías ha comenzado a aplicarse en producciones cinematográficas, videos musicales y exposiciones artísticas. A inicios del 2025, grandes nombres en la industria del cine como James Cameron y estudios como Lionsgate anunciaron alianzas comerciales con Stability AI, una de las empresas vanguardistas en el desarrollo de herramientas de IA generativa. Tanto Cameron como Lionsgate estarían trabajando junto a Stability AI aportando acceso a toda la librería y recursos disponibles de material audiovisual para ser usados en el entrenamiento de los modelos de su IA Generativa. Estos anuncios han conmocionado y siguen generando diversas reacciones tanto entre cineastas como entre amantes del séptimo arte, pero pinta un futuro bastante interesante para las producciones cinematográficas. Imagina que en algunos años los estudios puedan hacer una película entera sin necesidad de contratar actores.

 

La Resistencia de los Animadores

“Antes teníamos que elegir entre presupuesto y visión creativa”, explica Sara Gunnarsdóttir, directora de animación islandesa. “Con las herramientas de IA generativa, puedo crear escenas que antes requerirían equipos de docenas de animadores”.

Quizá uno de los grupos más afectados sean los animadores. Herramientas como Runway y Stable Diffusion mejoran cada día la calidad de lo que los usuarios pueden crear, llegando al punto de que algunas personas han generado cortometrajes completamente animados y editados usando estos softwares.

Para el público general, las piezas que hoy en día se pueden visualizar a partir de estos softwares son “decentes”; sin embargo, para aquellos que conocen los procesos y metodologías de animación y composición, estas herramientas aún están lejos de reemplazar a un animador tradicional. No obstante, incluso los profesionales más escépticos han comenzado a encontrar en ellas un aliado valioso para explorar nuevos caminos creativos, acelerando procesos de conceptualización y permitiendo experimentar con estilos y técnicas que antes serían prohibitivamente costosos o laboriosos.

 

La Nueva Creatividad: Humanos Aumentados, No Reemplazados

La buena noticia es que el rumbo que parece estar tomando la sociedad es hacia un modelo de “creatividad aumentada” en lugar de un simple reemplazo. Un estudio de 2023 publicado en Nature Creativity documentó cómo equipos creativos que integran herramientas de IA generativa en sus procesos muestran un 34% más de productividad y un 27% más de originalidad en sus resultados finales, comparados con equipos que trabajan exclusivamente con métodos tradicionales. Una de las ventajas más claras de las herramientas IA es la capacidad de utilizarlas para realizar las tareas más tediosas, lo que permite a los creadores dedicar sus esfuerzos en otras áreas y crear piezas mejor pensadas y de mayor calidad. Utilizarlas no significa que hagan todo por ti, al contrario, significa aprender a dominar un nuevo software con el qué implementar una nueva metodología en el proceso creativo.

Para cualquier que haya utilizado estas herramientas es fácil percatarse que la IA no es tan milagrosa como nos la venden. Es útil para tareas específicas pero en situaciones complejas suele arrojar resultados que no cumplen la instrucción, haciendo de su uso un tira y afloja hasta lograr obtener algo parecido a lo que estamos buscando. En el panorama actual, las empresas que han implementado el uso de la IA en sus metodologías hacen énfasis en que se trata de un aliado y no de una panacea para los proyectos creativos. La visión corporativa actual está más orientada hacia una visión de coexistencia respaldada por el surgimiento de nuevas metodologías creativas. 

Como señala Refik Anadol, artista digital turco-americano famoso por sus instalaciones basadas en IA: “No es humano versus máquina. Es humano con máquina versus humano sin máquina”.

 

Dilemas Éticos en la Frontera Digital

Tenemos que hablar del elefante en la habitación. La IA plantea profundos desafíos éticos que podrían redefinir nuestra comprensión de la autoría y la originalidad.

El caso “Getty Images vs. Stability AI” sentó jurisprudencia sobre el entrenamiento de algoritmos con obras protegidas por derechos de autor. Las herramientas de detección de contenido generado por IA proliferan, mientras festivales de arte establecen categorías separadas para obras “asistidas por IA”. Hemos sido testigos de controversias en las que concursos de fotografia han premiado fotografías hechas con IA erróneamente. Esto dice mucho sobre el futuro de la creación artística y nuestra capacidad para redefinir el arte.

“Estamos reescribiendo las reglas de la creatividad sobre la marcha”, advierte Lawrence Lessig, jurista especializado en propiedad intelectual. “Y debemos hacerlo con criterios que protejan tanto la innovación tecnológica como la subsistencia de los creadores humanos”.

Particularmente controvertido resulta el borrado de la línea entre inspiración y copia. Cuando un sistema de IA puede digerir y sintetizar millones de obras humanas, ¿Qué significa realmente crear algo “nuevo”? Esta pregunta, antes confinada a debates académicos sobre posmodernismo, ahora tiene implicaciones económicas y laborales inmediatas. Crear una obra al estilo de Van Gogh o de Frida Kahlo literalmente, nunca había sido más fácil que ahora. Y así como podemos replicar el estilo de artistas famosos, herramientas como Midjourney, son capaces de crear modelos personalizados en los que a partir de imágenes de referencia trata de simular estilos específicos. Esta es la parte que más controversia causa en el mundo artístico, ya que puedes crear un modelo que haga piezas similares a las de cualquier artista utilizando solo algunas imágenes suyas en el prompt, sin necesidad de contratar los servicios de ese artista. El tema de derechos de autor es uno de las temáticas más discutidas y que lamentablemente está siendo ignorada en el diseño de la IA Generativa. 

A las empresas que lideran el desarrollo de tecnologías basadas en IA, pareciera no importarles el tema de derechos de autor. Una de las estrategias más frías y desconcertantes en el tema fue implementada por Adobe, una empresa que en sus inicios habría sido de las pioneras en el desarrollo de software orientado al área creativa como diseño gráfico, animación y producción audiovisual, ha apostado por implementar sus propias herramientas de IA, integrándolas en su software. A inicios del año pasado Adobe anunciaba la nueva suite con integración de funcionalidades con IA. Pero algo que sorprendió a todos los usuarios fue el hecho de que Adobe actualizó los términos y condiciones para el uso de sus aplicaciones, y especificó que se iba a dar el lujo de recopilar toda la información  y tareas de todos los usuarios que utilicen su software para entrenar su IA, y no sólo eso, sus nuevos atributos legales establecen  que si el usuario quiere utilizar sus herramientas, debe ceder los derechos de cualquier pieza que se esté realizando en ellas. No hay manera de rechazar estas este requisito por lo que si no aceptas, no puedes usar sus productos. La avaricia corporativa y la falta de integridad en las corporaciones nutren el miedo de los usuarios por el futuro que se avecine para la humanidad debido al mal manejo que puedan realizar las empresas y la falta de regulaciones para evitar que esto siga sucediendo.

Las tensiones éticas han estallado incluso en Hollywood, donde la huelga de guionistas y actores de 2023 puso sobre la mesa el temor al desplazamiento por IA. El acuerdo final incluyó protecciones contra el uso no consensuado de voces e imágenes actorales para entrenar sistemas de IA, estableciendo un precedente sobre los límites éticos de estas tecnologías. Empresas como Eleven Labs permiten a usuarios crear modelos a partir de su voz y difundirla para que el mundo pueda hacer uso de ella. Este es un tema que se vuelve más complejo entre más piensas en ello y las repercusiones legales y morales debido al uso indebido de la herramienta no hacen más que generar más ansiedad en las personas debido al miedo a que estas tecnologías puedan tener un impacto negativo en su vida. Y con justa razón. 

El desarrollo e implementación de estas herramientas avanza ferozmente pero la legislación para el uso y entrenamiento de los modelos algorítmicos que les dan vida son muy opacas o completamente nulas. Esto no hace más que acrecentar el miedo a la posibilidad de que nos estemos dirigiendo hacia una sociedad en el que el uso indiscriminado de la IA sea motivo de atentados contra la integridad de las personas. Si dejamos que las corporaciones dictaminen el rumbo de estas tecnologías, puede que aquellas distopías hollywoodenses dejen de ser fantasías y se conviertan en una realidad.

 

El Verdadero Reto No Es Técnico, Sino Filosófico

Quizás la amenaza más profunda que plantea la IA generativa no sea el desplazamiento laboral, la dilución de la creatividad humana ni las controversias éticas, sino un desafío a nuestra propia autocomprensión. Durante milenios, hemos definido lo humano parcialmente por nuestra capacidad creativa exclusiva. Si las máquinas pueden “crear”, ¿Qué queda de nuestra excepcionalidad?

La respuesta parece emerger de los propios testimonios de creativos que conviven diariamente con estas herramientas: la creatividad humana no reside en la capacidad de generar combinaciones novedosas de elementos culturales previos —algo que los algoritmos hacen excepcionalmente bien— sino en el propósito, la intencionalidad y el significado que imbuimos en nuestras creaciones.

Como reflexiona la novelista Zadie Smith: “La tecnología puede simular la creatividad, pero no puede simular por qué creamos. No puede experimentar la necesidad humana de comunicar, de conectar, de ser entendido. Y esa necesidad, más que cualquier técnica o habilidad, es lo que hace que el arte sea verdaderamente humano”.

Mientras navegamos esta frontera tecnológica, quizás la pregunta más importante no sea si las máquinas pueden crear como nosotros, sino por qué nosotros necesitamos crear en primer lugar. En esa respuesta, profundamente personal y existencial, podría residir el futuro de la creatividad humana en la era de la inteligencia artificial. Mientras exista la posibilidad de poder autodefinirse, los riesgos pragmáticos que pudieran surgir contra la creatividad, aún pueden contrarrestarse.

¿Estamos, entonces, realmente amenazados por nuestras propias creaciones? ¿O estamos siendo invitados a redescubrir, con mayor profundidad que nunca, qué significa realmente ser un creador humano en un universo cada vez más digital?

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