Después del éxito rotundo de “Past Lives” en 2023, Celine Song regresa con “Materialists”, una película que ha generado debates intensos sobre clase social y relaciones modernas. Esta vez, Song nos lleva al corazón de Nueva York para contarnos una historia que, en superficie, parece una comedia romántica tradicional, pero que por debajo explora territorios mucho más complejos y controversiales.
La premisa es aparentemente simple: Lucy Diaz, interpretada por Dakota Johnson, es una joven y ambiciosa matchmaker que ha convertido el amor en un negocio lucrativo a través de su aplicación “Adore”. Su mundo se complica cuando debe elegir entre dos hombres completamente diferentes: Harry Castillo, un financiero adinerado interpretado por Pedro Pascal, y John, su ex novio actor en apuros económicos, a quien da vida Chris Evans. Lo que podría haber sido otro triángulo amoroso predecible se convierte en una exploración inteligente sobre cómo el dinero y la clase social determinan nuestras decisiones románticas.

UNA HISTORIA DE CONTRASTE DELIBERADOS
Song estructura la narrativa de manera que los contrastes entre Harry y John no sean meramente anecdóticos, sino fundamentales para entender el mensaje de la película. Harry no es solo rico; es la personificación del éxito capitalista. Vive en un apartamento impecable, maneja sus finanzas con la misma precision que sus emociones, y representa la seguridad económica que Lucy cree necesitar. Por el otro lado, John no es simplemente “el ex”; es un recordatorio constante de la pasión auténtica, pero también de la incertidumbre económica que Lucy ha decidido dejar atrás.		
La caracterización de Lucy es particularmente inteligente. Johnson logra crear un personaje que es simultáneamente simpático y moralmente ambiguo. Lucy no es una víctima de las circunstancias; es una empresaria que ha monetizado el amor y que debe enfrentar las consecuencias de haber convertido las relaciones humanas en transacciones. Su aplicación “Adore” funciona como una metáfora perfecta de cómo la tecnología moderna ha transformado el romance en algo medible, optimizable y, en última instancia, comercializable.
CINEMATOGRAFÍA: MENOS ES MÁS.
Visualmente, “Materialists” mantiene la estética minimalista que caracterizó a “Past Lives”, pero adaptada al contexto urbano neoyorquino. La cinematografía de Shabier Kirchner captura la ciudad con una paleta de colores fría que refleja la naturaleza transaccional de las relaciones que retrata la película. Los espacios donde vive Harry son amplios, luminosos y ordenados, mientras que el mundo de John se presenta más cálido pero claramente más limitado económicamente.
Song utiliza largos planos fijos y silencios significativos, una técnica que funcionó brillantemente en “Past Lives” pero que aquí genera opiniones divididas. Mientras algunos críticos elogian la sutileza de esta aproximación, otros sienten que la película se vuelve demasiado contemplativa para una historia que podría beneficiarse de mayor dinamismo. La ausencia de banda sonora en momentos clave obliga al espectador a concentrarse en las actuaciones y los espacios, pero también puede resultar distanciante para audiencias acostumbradas a narrativas más directas.
La dirección de arte merece mención especial. Cada espacio cuenta una historia sobre los personajes que lo habitan. El apartamento de Harry, con sus líneas limpias y su decoración costosa pero impersonal, contrasta marcadamente con los espacios más modestos donde se mueven John y Lucy en sus momentos de mayor autenticidad emocional. Esta atención al detalle refuerza constantemente el tema central de la película sin necesidad de diálogos explicativos.

PERSONAJES “COMPLEJOS”
Dakota Johnson crea una Lucy que es vulnerable y calculadora al mismo tiempo. Johnson logra que empaticemos con un personaje que toma decisiones moralmente cuestionables, mostrando las contradicciones internas de alguien que ha aprendido a ver el amor como un negocio pero que no puede escapar completamente de sus propios sentimientos genuinos.
Pedro Pascal, alejándose de sus roles más conocidos en “The Last of Us” y “The Mandalorian”, construye un Harry que fácilmente podría haber sido un villano unidimensional pero que se convierte en algo más complejo. Pascal le da capas a un personaje que representa el privilegio económico sin convertirlo en una caricatura. Harry es seductor precisamente porque ofrece estabilidad real, no solo fantasías románticas.
Chris Evans, por su parte, debe cargar con el peso de representar al “hombre pobre” que ha generado tanta controversia. Su John es carismático y auténtico, pero también está claramente limitado por sus circunstancias económicas. Evans evita el cliché del artista bohemio y presenta a un hombre que genuinamente ama pero que no puede ofrecer la seguridad material que el mundo moderno demanda.
EL FINAL: UNA DECISIÓN QUE DIVIDE AUDUENCIAS
Sin entrar en spoilers específicos, el desenlace de “Materialists” es deliberadamente ambiguo en términos emocionales pero claro en términos prácticos. Lucy toma una decisión que refleja las presiones reales que enfrentan las mujeres modernas: elegir entre la pasión auténtica y la seguridad económica. Song no juzga esta decisión, pero tampoco la celebra. En cambio, presenta las consecuencias de vivir en una sociedad donde el amor y el dinero están inextricablemente conectados.
La resolución ha sido criticada por algunos como predecible y por otros como brutalmente honesta. Lo que es innegable es que Song tiene el coraje de no ofrecer un final completamente satisfactorio desde el punto de vista emocional, lo que refleja la realidad de que muchas decisiones importantes en la vida adulta no tienen respuestas perfectas.
LA CONTROVERSIA: “PROPAGANDA DEL HOMBRE POBRE”
Aquí es donde “Materialists” trasciende su condición de simple entretenimiento y se convierte en un fenómeno cultural que ha generado debates apasionados en redes sociales y medios especializados. La película ha sido etiquetada por algunos críticos como “broke man propaganda”, una acusación que ha molestado profundamente a Celine Song.
La directora ha respondido públicamente a estas críticas, expresando su preocupación por lo que considera “classismo” y “hatred of poverty, the hatred of poor people”. Song argumenta que estas reacciones reflejan exactamente el problema que su película pretende exponer: la forma en que la sociedad moderna ha interiorizado la idea de que “it’s your fault if you’re poor, that you’re a bad person if you’re poor”.
El debate se centra en si la película genuinamente critica las estructuras económicas que limitan las opciones románticas o si, involuntariamente, perpetúa la idea de que los hombres sin recursos económicos merecen amor por encima de consideraciones prácticas. Los defensores de la película argumentan que Song está exponiendo la cruel realidad de cómo el capitalismo ha colonizado nuestras decisiones más íntimas, mientras que los críticos sostienen que la narrativa romantiza la pobreza masculina de manera problemática.

Independientemente de dónde uno se posicione en este debate, es innegable que “Materialists” ha logrado algo que pocas películas románticas contemporáneas consiguen: generar conversaciones serias sobre temas que usualmente se discuten en abstracto. La película obliga a los espectadores a confrontar sus propias actitudes hacia el dinero, la clase social y las decisiones románticas.
Song ha creado una obra que funciona simultáneamente como entretenimiento y como espejo social. En una época donde las aplicaciones de citas han reducido el romance a algoritmos y donde la estabilidad económica se ha vuelto cada vez más elusiva para generaciones enteras, “Materialists” ofrece una mirada incómoda pero necesaria a cómo estos factores influyen en nuestras relaciones más íntimas.
La película no ofrece soluciones fáciles porque no las hay. En cambio, presenta los dilemas reales de una generación que debe navegar entre sus deseos emocionales y las demandas económicas de la vida moderna. Esto es tanto su fortaleza como su debilidad: algunos espectadores agradecerán la honestidad brutal, mientras que otros buscarán el escape emocional que tradicionalmente ofrecen las comedias románticas.

“Materialists” confirma que Celine Song es una cineasta dispuesta a usar géneros populares para explorar temas complejos y controversiales. Aunque la película no alcanza la perfección emocional de “Past Lives”, ofrece algo igualmente valioso: una conversación honesta sobre cómo el dinero y la clase social afectan nuestras decisiones más personales.
La película funciona mejor cuando se la ve no como una comedia romántica tradicional, sino como un drama social que usa el romance como vehículo para explorar temas más amplios. Los espectadores que lleguen esperando una resolución emotivamente satisfactoria pueden sentirse decepcionados, pero aquellos dispuestos a engagement con sus ideas encontrarán una obra provocativa que permanece en la mente mucho después de que terminen los créditos.
Es una película que se atreve a sugerir que tal vez nuestras decisiones románticas no son tan libres como creemos, y que el amor, en el mundo moderno, nunca existe completamente separado de consideraciones económicas. Es una idea incómoda, pero la incomodidad, como Song parece sugerir, es a menudo el primer paso hacia la comprensión genuina.